OpenAI, la empresa creadora de ChatGPT y considerada la compañía privada más grande del mundo, ha solicitado al gobierno de Estados Unidos apoyo financiero para respaldar su ambicioso plan de expansión en infraestructura de inteligencia artificial (IA), una inversión que podría superar el billón de dólares en los próximos años.
La directora financiera de la compañía, Sarah Friar, explicó durante una conferencia organizada por The Wall Street Journal en California que OpenAI busca la participación de bancos, fondos de inversión e incluso el gobierno estadounidense en su estrategia de financiamiento.
La propuesta contempla que el gobierno otorgue garantías de préstamos federales, lo que reduciría significativamente los costos de financiamiento y ampliaría el número de instituciones dispuestas a invertir en la compañía.
“Las garantías federales reducirían considerablemente el costo de la financiación”, señaló Friar, destacando que este respaldo permitiría a OpenAI continuar su expansión sin comprometer su estabilidad financiera.
El plan surge en medio de una intensa campaña de adquisición de potencia informática y almacenamiento, esencial para sostener el desarrollo de sus modelos de IA más avanzados.
Sin embargo, el enorme costo de estas inversiones ha generado dudas sobre cómo la empresa recuperará los recursos invertidos.
De acuerdo con estimaciones recientes, OpenAI habría comprometido alrededor de un billón de dólares en infraestructura solo este año, incluyendo una alianza de 300,000 millones con Oracle y un proyecto de 500,000 millones de dólares, denominado Stargate, desarrollado en conjunto con Oracle y SoftBank.
A pesar del rápido crecimiento y de las millonarias inversiones, Friar descartó los rumores sobre una posible salida a bolsa.
“Una oferta pública no está sobre la mesa ahora mismo”, afirmó, subrayando que la prioridad de OpenAI es consolidar su liderazgo en el desarrollo de inteligencia artificial.
Con este movimiento, la compañía busca fortalecer su posición en un mercado cada vez más competitivo, donde la demanda de poder computacional y recursos energéticos se ha disparado.
El respaldo del gobierno estadounidense podría marcar un precedente en la relación entre el sector público y las empresas tecnológicas en la nueva era de la IA.
