La inteligencia artificial continúa expandiendo sus fronteras y ahora ha llegado a uno de los terrenos más sensibles: el mundo de la actuación.
Esta semana, el gremio artístico encendió alarmas ante la presentación de Tilly Norwood, considerada la primera actriz creada con IA, un proyecto desarrollado por la agencia Chicos y la productora tecnológica Particle6.
Durante la Cumbre de IA de Zúrich 2025, su creadora Van der Velden adelantó que Tilly pronto contará con representación oficial en una agencia de talentos, lo que marcaría un precedente en la industria del entretenimiento digital.
Según la ejecutiva, el uso de inteligencia artificial ya está presente en cine y televisión desde hace tiempo, aunque de manera discreta, y cada vez más compañías muestran interés en contratar a personajes generados con esta tecnología.
El caso de Tilly reaviva un debate que ya se había desatado en el ámbito de la moda.
En agosto, Guess lanzó una campaña en Vogue protagonizada por modelos virtuales creadas con IA, lo que generó críticas en redes sociales por reproducir estereotipos de belleza hegemónicos.

Las creadoras de esas imágenes defendieron el uso de la tecnología como una herramienta que no reemplaza empleos, sino que puede impulsar nuevos espacios de trabajo creativo.
La discusión sobre la representación femenina con IA no se limita al entretenimiento.
En Albania, la asistente virtual Diella, desarrollada por la Agencia Nacional de la Sociedad de la Información junto a Microsoft, fue nombrada en septiembre Ministra de Estado para la gestión de contrataciones públicas.
Aunque en principio estaba destinada a ayudar en trámites digitales, ahora forma parte del gabinete del primer ministro Edi Rama.

Con la imagen y voz de la actriz Anila Bisha, su caso plantea cuestionamientos sobre derechos de imagen, consentimiento y autonomía, además de abrir un debate ético y político sobre la participación de entidades creadas con IA en funciones gubernamentales.
Para colectivos feministas y especialistas, el desafío no es solo tecnológico: también involucra la representación de las mujeres en la esfera pública, los riesgos de explotación y la manera en que se construyen los estándares de belleza y poder a través de algoritmos.
¿Quién es Tilly Norwood?
Tilly Norwwod debutó en julio de 2024 en el sketch cómico AI Commissioner, producido por Particle6.
El proyecto es liderado por Eline Van der Velden, actriz y productora que fundó la empresa Xicola, considerada la primera agencia de talentos de inteligencia artificial en el mundo.

Según su creadora, la intención no es generar simples actores digitales o extras, sino íconos culturales que nunca envejezcan, se cansen o desaparezcan, siempre disponibles para sus seguidores.
Tilly Norwood debutó en julio de 2024 en el sketch cómico AI Commissioner, producido por Particle6, y desde entonces ha comenzado a construir su identidad digital a través de redes sociales, incluso “celebrando” en Instagram su primer papel como si tuviera emociones humanas.
Can’t believe it … my first ever role is live!
— Tilly Norwood (@TillyNorwood) September 28, 2025
I star in AI commissioner, a new comedy sketch that playfully explores the future of TV development produced by the brilliant team at @Particle6P
I am so excited for what’s coming next ! #Tillynorwood #Aiart #Aiactress pic.twitter.com/UowMYwuRVc
Tras presentarse a Tilly Norwood, la primera actriz hecha con inteligencia artificial se revelaron los planes de su creadora: lograr que sea una estrella como Scarlett Johansson o Natalie Portman.
Aunque no tiene una edad definida, Van der Velden explicó que la idea detrás del personaje es precisamente crear una actriz atemporal, inmune al paso del tiempo.
La propuesta ya ha despertado interés de varias agencias de talentos que buscan representarla de manera formal, lo que podría marcar un antes y un después en la industria del entretenimiento.
Así, la llegada de actrices y figuras públicas creadas con IA representa un avance innovador, pero al mismo tiempo una amenaza latente para el trabajo humano, la diversidad y los derechos de imagen, obligando a replantear los límites entre lo digital y lo real.
