El lag es uno de los problemas más comunes en los videojuegos, especialmente en partidas en línea.
Se refiere al retraso entre la acción del jugador y la respuesta en el juego, como cuando aprietas un botón y el personaje tarda en reaccionar.
Este fenómeno puede hacer que la experiencia sea frustrante, provocando congelamientos, movimientos bruscos o incluso desconexiones.
Causas del lag
Las razones pueden ser variadas y algunas escapan al control del jugador. Entre las más frecuentes están:
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Mala conexión a internet o inestabilidad de la red.
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Distancia con el servidor del juego.
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Dispositivo de bajo rendimiento.
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Sobrecarga de la red o problemas en el servidor del juego.
Cómo reducir el lag desde el usuario
Aunque algunos problemas no dependen del jugador, hay varias acciones que pueden minimizar el lag:
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Optimizar la conexión a internet:
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Estar cerca del router si se usa Wi-Fi.
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Usar cable de red (LAN) para una conexión más estable.
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Seleccionar el servidor más cercano al jugador para reducir la latencia.
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Configurar correctamente el equipo:
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Verificar que la PC o consola cumpla con los requisitos del juego, preferiblemente más allá del mínimo recomendado.
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En consolas, considerar que los sistemas más antiguos podrían no reproducir correctamente títulos recientes.
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Ajustar la configuración del juego:
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Modificar resolución, gráficos y tasa de refresco según las capacidades del equipo.
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Evitar exigir al sistema más de lo que puede ofrecer para prevenir caídas de rendimiento.
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El lag se puede reducir significativamente si el jugador conoce las capacidades de su plataforma, selecciona servidores cercanos y ajusta la configuración del juego de forma adecuada.
La clave es aprovechar al máximo el hardware disponible, sin sobrecargarlo, y elegir juegos acordes con las características técnicas del dispositivo.