En una era marcada por la hiperconectividad, cada vez más personas experimentan fatiga, ansiedad y dificultades para concentrarse sin saber que podrían estar enfrentando una forma moderna de agotamiento conocida como estrés digital.
Este fenómeno ha ganado visibilidad en los últimos años, especialmente tras la pandemia de Covid-19, que trasladó gran parte de las actividades laborales, educativas y sociales al entorno digital.
El estrés digital, según la psicóloga Daniela Bejarano Morales, especialista en ciberadicciones y cibercriminalidad, se refiere a la sobrecarga mental y emocional provocada por el uso excesivo o inadecuado de dispositivos electrónicos.
A diferencia del estrés convencional, está directamente relacionado con la presión de estar siempre disponibles, la saturación de información y la necesidad constante de interacción en línea.
Aunque aún no es reconocido como un diagnóstico médico oficial, este tipo de agotamiento ya es considerado por muchos expertos como una amenaza seria para el bienestar mental. Bejarano advierte que el estrés digital afecta nuestra capacidad de concentración, descanso y disfrute del presente, impactando nuestra calidad de vida.
¿Cómo se manifiesta?
Los síntomas más comunes del estrés digital incluyen:
Fatiga mental y cognitiva, dificultad para concentrarse y sensación de sobrecarga.
Ansiedad o urgencia constante, especialmente ante la necesidad de responder mensajes y notificaciones de inmediato.
Problemas de sueño, debido al uso nocturno de pantallas y la sobreestimulación.
Aislamiento social, con una pérdida de interés en actividades fuera del entorno digital.
Investigaciones recientes también lo relacionan con fenómenos como la ansiedad por aprobación, la necesidad de estar en línea todo el tiempo, la vigilancia constante y el FOMO (Fear of Missing Out), es decir, el miedo a perderse algo importante en redes sociales.
Infoxicación: la otra cara del estrés digital
Otro efecto del exceso de conectividad es la infoxicación, término acuñado por el investigador español Alfons Cornellá, que describe la sobrecarga de información que dificulta procesar lo que realmente es útil o verdadero. Esta saturación puede generar ansiedad, confusión, agotamiento mental e incluso reducir la productividad.
La psicóloga Bejarano aclara que este fenómeno no solo afecta a quienes trabajan o estudian en entornos digitales, sino también a cualquier persona que permanece conectada de forma continua, expuesta a un flujo interminable de contenido en redes sociales, correos, mensajes y notificaciones.
¿Qué se puede hacer?
Frente a este panorama, los especialistas en salud mental recomiendan tomar medidas preventivas para mitigar los efectos del estrés digital. Algunas recomendaciones incluyen:
Establecer horarios definidos para conectarse y desconectarse.
Silenciar notificaciones no urgentes.
Practicar detox digital, es decir, pasar momentos o días completos sin pantallas.
Usar temporizadores o apps que limiten el uso de redes sociales.
Fomentar actividades fuera del entorno digital como leer, caminar o convivir sin dispositivos.
Evitar el uso de pantallas al menos una hora antes de dormir y mantener el celular fuera de la habitación.
Además, es clave aprender a identificar los signos del agotamiento digital y, si es necesario, buscar ayuda profesional.
En un mundo donde lo digital ocupa gran parte de nuestra rutina, cuidar la salud mental y emocional es una responsabilidad urgente que comienza con pequeños cambios en la forma en que nos relacionamos con la tecnología.