La empresa tecnológica Purism presentó el Liberty Phone, el primer smartphone ensamblado en Estados Unidos. Aunque representa un avance hacia el objetivo de producir dispositivos móviles completamente dentro del país, este proyecto también deja en evidencia los enormes desafíos de hacer realidad un iPhone 100% estadounidense.
El Liberty Phone se ensambla en Carlsbad, California, con una placa base fabricada localmente y un chip principal producido en Texas. Sin embargo, muchos de sus componentes clave, como la pantalla, batería y cámara, provienen de Asia, principalmente China y Corea del Sur.
Todd Weaver, CEO de Purism, admite que lograr un teléfono completamente fabricado en EE. UU. es prácticamente imposible hoy en día, ya que muchos componentes simplemente no tienen proveedores nacionales. Aun así, afirma que seguirán trabajando para reducir la dependencia extranjera.
En términos de producción, Purism fabrica cerca de 10,000 unidades al mes, una cifra pequeña comparada con los más de 19 millones de iPhones que Apple vende mensualmente. Weaver asegura que podrían aumentar la producción hasta 100,000 al mes, pero aún estaría lejos de competir con las grandes marcas.
Además, el Liberty Phone no compite en potencia ni precio. Utiliza un chip diseñado originalmente para automóviles, corre con PureOS, un sistema basado en Linux que no es compatible con Android o iOS, y se vende por 1,999 dólares, destacando su enfoque en la privacidad más que en el rendimiento. Su costo se justifica, en parte, por su público objetivo: agencias gubernamentales de EE. UU. representan la mitad de sus compradores.
Este caso refleja los obstáculos que enfrenta el deseo del gobierno de Estados Unidos, impulsado desde la era Trump, de trasladar la producción del iPhone al país. Los problemas van desde la falta de cadena de suministro local, hasta la escasez de mano de obra especializada, un terreno en el que China lleva años de ventaja.
Aunque empresas como TSMC están construyendo fábricas en EE. UU., la transición tomará tiempo. Mientras tanto, Apple ha optado por trasladar parte de su producción a India, lo que le permitirá esquivar en parte los altos aranceles a las importaciones desde China, sin asumir los costos de fabricar completamente en suelo estadounidense.
En resumen, el Liberty Phone demuestra que ensamblar un smartphone en EE. UU. es posible, pero también confirma que un iPhone totalmente hecho en el país sigue siendo, por ahora, una meta casi inalcanzable.