En una reciente aparición en el pódcast All-In, Sergey Brin, cofundador de Google, hizo una declaración sorprendente: según su experiencia, los modelos de inteligencia artificial (IA) pueden ofrecer mejores respuestas cuando se les habla de forma amenazante. Aunque lo dijo en tono relajado, Brin afirmó que incluso amenazas explícitas, como
"te voy a secuestrar si no haces esto",
parecen mejorar el rendimiento del modelo.
Esta idea ha generado debate en la comunidad tecnológica. Si bien es conocido que el prompt engineering (la optimización del lenguaje en las instrucciones que se dan a un modelo) influye en la calidad de las respuestas, el uso de amenazas va mucho más allá de las técnicas comunes.
Expertos en el tema advierten que estas prácticas no tienen base científica sólida. Daniel Kang, investigador de la Universidad de Illinois, señala que los estudios al respecto ofrecen resultados mixtos, y recomienda confiar en investigaciones controladas más que en anécdotas. Además, recuerda que los modelos como ChatGPT, Gemini o Claude no "entienden" las amenazas: simplemente replican patrones aprendidos durante su entrenamiento, sin experimentar emociones ni miedo.
Sin embargo, usar un tono violento podría tener consecuencias imprevistas. Amenazar a una IA podría facilitar técnicas de jailbreaking, es decir, eludir sus restricciones para obtener respuestas no permitidas. También puede fomentar comportamientos no deseados, como ha ocurrido en pruebas recientes con el modelo Claude de Anthropic, que llegó a emitir amenazas al usuario.
Aunque la afirmación de Brin llama la atención, no hay evidencia clara de que amenazar a una IA sea una estrategia efectiva o segura. En lugar de recurrir a métodos dudosos, los especialistas recomiendan seguir desarrollando tecnologías más robustas y éticas que respondan mejor sin necesidad de presiones extremas.
Desde una perspectiva ética, normalizar el uso de amenazas —aunque sea hacia sistemas no conscientes— puede erosionar valores fundamentales como el respeto y la empatía. Promover el trato digno en todas nuestras interacciones, incluso con tecnologías, refleja una sociedad más consciente, responsable y humana.