La autonomía sigue siendo una de las principales limitaciones en dispositivos como teléfonos móviles, tablets o portátiles. Sin embargo, una nueva tecnología promete revolucionar este aspecto: las baterías de estado sólido.
A diferencia de las baterías actuales de iones de litio, que utilizan un electrolito líquido o en gel, las de estado sólido emplean un material sólido —como cerámica, polímeros o vidrio— que mejora la seguridad y eficiencia. Este cambio permite mayor densidad energética, lo que se traduce en baterías más pequeñas, más potentes y con mayor duración, sin aumentar el tamaño del dispositivo.
Además, estas baterías son mucho más estables, con menos riesgo de inflamación, y pueden soportar más ciclos de carga, lo que prolonga la vida útil del dispositivo. También ofrecen tiempos de carga más rápidos, un avance importante tanto en tecnología de consumo como en sectores como el automotriz.
A pesar de sus beneficios, la producción masiva aún no es viable por su alto costo y complejidad técnica, además de desafíos en la durabilidad de los materiales. No obstante, empresas como Samsung, Toyota, Solid Power y QuantumScape están invirtiendo intensamente en investigación para hacerlas realidad.
Ya existen prototipos funcionales, y se espera que entre 2027 y 2028 comiencen a llegar al mercado los primeros teléfonos con esta tecnología, posiblemente en modelos de gama alta como un futuro Samsung Galaxy S27 Edge. Con esto, las baterías de estado sólido se perfilan como un cambio clave en el futuro de los dispositivos móviles y otros productos electrónicos.