Cada temporada decembrina, las películas ambientadas en Navidad vuelven a ocupar un lugar especial en los hogares, ya que invitan a disfrutar de un ambiente familiar, nostálgico y lleno de esperanza. Sin embargo, no todas las producciones que se han vuelto tradición en estas fechas hablan directamente de la celebración navideña.
Ese es el caso de “Duro de Matar 2” (Die Hard 2), la icónica cinta de acción estrenada en 1990 y protagonizada por Bruce Willis, que se ha convertido en un clásico infaltable durante las fiestas.

La secuela, dirigida por Renny Harlin, consolidó la figura del detective John McClane como uno de los héroes más populares del cine de acción.
La historia se desarrolla en la víspera de Navidad en el Aeropuerto Internacional de Washington Dulles, donde McClane espera la llegada de su esposa Holly para celebrar juntos la nochebuena.
La situación da un giro inesperado cuando un grupo de exmilitares renegados, dirigidos por el coronel Stuart, toma el control del sistema de comunicaciones del aeropuerto.
Su objetivo es evitar el aterrizaje de los aviones y negociar la liberación del general Esperanza, un peligroso dictador y narcotraficante cuyo vuelo se encuentra en el aire.
Ante el caos y con miles de pasajeros en riesgo, McClane se convierte nuevamente en la única esperanza para detener la amenaza, pese a la desconfianza de las autoridades.
Aunque la cinta está llena de explosiones, combates y persecuciones, su popularidad en Navidad se debe a la época en la que ocurre la historia, su ambientación invernal y el trasfondo emocional de un hombre intentando reencontrarse con su familia. Estos elementos han hecho que muchos la consideren una alternativa diferente a las películas navideñas tradicionales.
A más de tres décadas de su estreno, “Duro de Matar 2” continúa siendo el plan perfecto para quienes buscan una dosis de adrenalina durante las fiestas, manteniendo su lugar como una de las cintas más queridas por los fanáticos del género y una peculiar tradición decembrina que se resiste a desaparecer.
