Un reciente estudio geológico ha revelado que el devastador terremoto que sacudió Japón el pasado 1 de enero fue desencadenado por el movimiento de un conjunto de fallas que yacían inactivas durante entre 3 mil y 4 mil años. El sismólogo Shinji Toda, de la Universidad de Tohoku, compartió esta conclusión durante un simposio llevado a cabo esta semana.
El desplazamiento de un cinturón de fallas de 100 kilómetros, localizado bajo la península de Noto y el mar de Japón, fue el responsable del temblor de magnitud 7.6. Según el último informe oficial, el terremoto ha cobrado la vida de 213 personas, dejando 52 desaparecidos.
En el evento, Toda destacó que la elevación de cuatro metros en el noroeste de la península de Noto, el epicentro del sismo, fue un fenómeno sin precedentes. La costa también avanzó unos 200 metros hacia el mar, siendo la localidad de Wajima la más afectada, con un avance de 240 metros.
El informe conjunto elaborado por Toda y el científico Ross Stein, cofundador de la "startup" Temblor y miembro del Servicio Geológico de Estados Unidos, sugiere que la energía acumulada para causar tales elevaciones del suelo debió haberse gestado a lo largo de milenios.
La Asociación de Geógrafos Japoneses confirmó que, con la expansión de la costa, la península de Noto se ha ampliado en un total de 4.4 kilómetros cuadrados.
Un estudio de campo realizado por investigadores de la Universidad de Tohoku en los municipios de Nanao y Anamizu, ubicados en la península afectada, reveló que las construcciones anteriores a las mejoras en los requisitos de resistencia sísmica en 1981 y 2000 resultaron ser vulnerables.
A pesar de la preparación de Japón para desastres naturales, las estructuras y viviendas en las zonas rurales cercanas al epicentro demuestran ser antiguas e incapaces de resistir terremotos de esta magnitud.