Dice “Don Quijote de la Mancha” en la Segunda Parte, capítulo II: “Y dime Sancho, amigo mío, ¿qué es lo que dicen de mí por ese lugar? ¿En qué opinión me tiene el vulgo, en qué los hidalgos y en qué los caballeros? ¿Qué dicen de mi valentía, qué dicen de mis hazañas, y qué de mi cortesía? (…) Quiero, Sancho, me digas lo que acerca de esto ha llegado a tus oídos, sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna. Sírvete este advertimiento, Sancho, para que discreta y bienintencionadamente pongas en mis oídos la verdad de las cosas que supieres de lo que te he preguntado”.
“Eso haré yo de muy buena gana, señor mío, respondió Sancho, con condición de que vuestra merced no se ha de enojar de lo que dijere, pues quiere que lo diga en cueros sin vestirlo de otras ropas de aquellas con que llegaron a mi noticia”. Y agregó Don Quijote: “En ninguna manera me enojaré. Bien puedes, Sancho, hablar libremente y sin rodeo alguno”.
“Pues lo primero que digo –dijo Sancho- es que el vulgo tiene a vuestra merced por grandísimo loco, y a mí por no menos mentecato. Los hidalgos dicen que, no conteniéndose vuestra merced, en los límites de la hidalguía, se ha puesto don y se ha arremetido a caballero con cuatro cepas y dos yugadas de tierra, y con un trapo atrás y otro delante”. “Eso, dijo Don Quijote, no tiene que ver conmigo, pues ando siempre bien vestido y jamás remendado, roto; bien podría ser, y el roto, más de las armas que del tiempo”.
“En lo que toca, prosiguió Sancho, a la valentía, cortesía, hazañas y asunto de vuestra merced, hay diferentes opiniones. Unos dicen: ‘loco, pero gracioso’; otros, ‘valiente, pero desgraciado’; otros, ‘cortés, pero impertinente’; y por aquí van discurriendo en tantas cosas, que ni a vuestra merced ni a mí nos dejan hueso sano”. “Mira, Sancho, dijo Don Quijote, dondequiera que está la virtud en eminente grado, es perseguida. Pocos o ninguno de los famosos varones que pasaron dejó de ser calumniado de la malicia”. Y Don Quijote citó los casos de Julio César, Alejandro Magno, Hércules y Don Galaor. “Así que ¡oh Sancho! Entre las tantas calumnias de buenos, bien pueden pasar las mías, como no sean más de las que has dicho”. Hasta aquí la referencia a la grandiosa obra de Miguel de Cervantes Saavedra.
Circula por Internet un estupendo artículo de Julio Lleonarti i Crespo, responsable de estudios y programas del Partido Unión Progreso y Democracia (cuya sede es la Comunidad Valenciana), titulado “Hablen bien, hablen mal; lo importante es que hablen, o el marketing mal entendido”, que tiene estrecha relación con la obra del ingenioso hidalgo y los ataques dirigidos por sus detractores en contra de Martínez Garrigós.
Dice el politólogo español: “En estos tiempos de mensajes sin control, lo importante no es que se hable bien de equis empresa o equis marca; lo importante es que el consumidor, apabullado ante la cantidad de mensajes, hable de un producto, que equis empresa o equis marca tengan la presencia suficiente, aunque sea para ser criticada. Hablen bien, hablen mal, lo importante es que hablen”. Y agrega: “De lo que se trata hoy en la publicidad y en la publicity (las noticias que los medios publican promovidas por los comunicadores) no es ensalzar el producto, sino de promover su visibilidad (…). Lo magnificado despierta recelo mientras lo relativamente imperfecto adquiere prestigio de verdad y proximidad”.
“Sin embargo aún existen reductos de personas, no influidas por la publicidad de masas, que consideran que los productos han de promoverse por sus calidades. No por el bombo y las críticas nacidas a través de ellos”. Y añade en otra parte del artículo: “Los enfrentamientos banales entre medios de comunicación, cuyo único fin debería ser la comunicación y difusión de información en sí mismas, hacen flaco favor al sector y aún más al aficionado, que buscando encontrar seriedad e información, encuentra rencillas personales, egos mal satisfechos, bilis a raudales y un sinfín de marketing mal entendido y mal aplicado. Si los esfuerzos dedicados a lidiar contra inexistentes fantasmas se orientasen a realzar un producto de calidad, ganaríamos todos”.
¿Qué ha obtenido Manuel Martínez Garrigós con el “marketing mal entendido y mal aplicado”? La respuesta es simple: una intensa difusión de su nombre por todos los rincones de Morelos; y lo consiguió gratuitamente cuando hubo quienes, mediante chantajes y extorsión, pretendieron obtener de él canonjías.
No se hagan bolas: el candidato del PRI a la gubernatura será el alcalde cuernavaquense, lo cual quedó validado ayer durante su encuentro con Amado Orihuela Trejo, presidente del PRI-Morelos, teniendo como escenario “El Faisán”. Obviamente, a ello se suma el inicio de la pre-campaña en Cuautla, el sábado, donde surgió un nuevo liderazgo regional: el de Jorge Zapata, nieto del Caudillo suriano, así como el movimiento Morelos Merece Ganar (MMG).