La verdad, amables lectores, en lo personal no descarto que, entre junio y septiembre de 2011, Ramírez Romero se hubiera convertido en un fuerte aspirante a alcalde, simple y sencillamente porque es uno de los panistas más reconocidos debido a sus convicciones ideológicas, su habilidad negociadora, liderazgo y congruencia personal, características demostradas ante propios y extraños desde que asumió la presidencia de la mencionada Junta. Recuerden ustedes que para el primero de septiembre del año en curso el Congreso local estaba gravemente cuestionado debido a la parálisis legislativa en que lo metieron las pugnas de varios grupos priístas. Ayer concluyó el primer periodo ordinario de sesiones correspondiente al segundo año de ejercicio legal de la LI Legislatura, con mejores resultados a favor de la sociedad morelense.
Casi simultáneamente a mi entrevista con Ramírez Romero, otro personaje levantó la mano: el diputado priísta Fernando Martínez Cué, presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso local, quien aceptó que buscará de nuevo ser candidato a la gubernatura. Sin embargo, no dijo si a través del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a cuya bancada parlamentaria pertenece, o si promoverá su eventual candidatura a través de una alianza de partidos, igual a la que representó en los comicios gubernamentales de 2006: la Coalición por el Bien de Todos (CBT), donde los partidos de la Revolución Democrática, Convergencia y del Trabajo eran los institutos políticos más importantes.
Tocante a las elecciones de julio de 2006, el 17 de agosto del mismo año escribí una columna titulada “Andrés Manuel López Obrador socava las instituciones nacionales”. A continuación transcribiré las partes sustanciales, hoy aplicables a la posible candidatura de Martínez Cué. Escribí: “Después de las elecciones desarrolladas el pasado 2 de julio reconocí públicamente el liderazgo avasallador de Andrés Manuel López Obrador, candidato de la Coalición por el Bien de Todos a la presidencia de la República, así como su triunfo en Morelos, donde superó con casi 100 mil votos al panista Felipe Calderón Hinojosa. En este contexto señalé que si Fernando Martínez Cué, abanderado a la gubernatura por dicha Coalición, hubiera hecho campaña, en este momento sería el gobernador electo. Pero ni él, ni quienes verán resueltos sus problemas financieros ocupando determinados espacios políticos durante los próximos años (entre ellos el senador electo Graco Ramírez Garrido), aprovecharon la ‘ola amarilla’”.
“Sin embargo, Andrés Manuel López Obrador se ha encargado de dilapidar el capital político que le obsequió la ciudadanía el 2 de julio. Así como ponderé su capacidad para convocar a grandes movilizaciones en gran parte del territorio nacional, hoy debo expresar que vulneró ya la tolerancia de millones de hombres, mujeres y jóvenes que acudieron en masa a las urnas a votar por él. Los movimientos de presión promovidos por López Obrador en la Ciudad de México, además de buscar los reflectores de la prensa internacional (los corresponsales extranjeros proyectan a diario el clima de inestabilidad política prevaleciente en el DF), pretenden deslegitimar el proceso electoral del 2 de julio y provocar al gobierno para brindarle al ex jefe del gobierno capitalino las víctimas que requiere. A eso fueron sus simpatizantes al Palacio Legislativo de San Lázaro, donde estuvo a punto de surgir una tragedia y los muertitos anhelados por López Obrador”.
En los comicios de 2006, Marco Antonio Adame Castillo, del Partido Acción Nacional, obtuvo 208 mil 682 votos, contra 188 mil 509 de Fernando Martínez Cué, candidato de la Coalición por el Bien de Todos, y 143 mil 420 de Maricela Sánchez Cortés, candidata de la Alianza por México. Es decir: 331 mil 929 ciudadanos, de los 602 mil 924 que emitieron su voto, enviaron el siguiente mensaje: “No más PAN”.
De ahí se derivaron algunos de los mayores retos para el actual mandatario morelense hacia la preservación de la gobernabilidad democrática. Y hoy, para toda la clase política panista, surge un enorme desafío: convencer al electorado para que vote nuevamente por Acción Nacional. Por lo demás, hay una gran diferencia entre la congruencia personal y política de Luis Miguel Ramírez Romero y la del multicitado Fernando Martínez Cué. ¿Quién de los dos ha sido el saltimbanqui? Dejo de tarea la respuesta.