Efectivamente: a poco más de un año, el funcionario consiguió meterse en el prematuro futurismo. Quizás no era su intención, pero lo conseguido por él durante los pasados doce meses habla por sí mismo, tal como sucede con el secretario de Salud, Víctor Manuel Caballero Solano. Ambos han rechazado cualquier pretensión de relevar a Marco Antonio Adame Castillo en la primera magistratura morelense, pero nadie les cree pues su lenguaje es institucional, dentro de un contexto donde la política no tiene escrúpulos. Si alguien conoce tal discurso es el mismísimo Adame Castillo, quien no se chupa el dedo.
Aquel primero de marzo recordé que la llegada de Salgado Castañeda al gabinete estatal no tuvo el mismo escenario de 1998, cuando con el cargo de secretario de Gobierno coadyuvó a extender varios meses la agónica gestión gubernamental de Jorge Carrillo Olea. Empero, tal vez no ha tenido bajo su responsabilidad la recomposición política desde la Secretaría de Gobierno, pero sí ha enfrentado la paulatina debacle turística de nuestra entidad derivada del embate criminal acaecido en Morelos desde la aniquilación de Arturo Beltrán Leyva (“El Barbas”), el 16 de diciembre de 2009, en un condominio de la colonia Lomas de la Selva, en Cuernavaca. Un somero vistazo a nuestros principales centros de atracción turística refleja el lamentable panorama, aderezado con llamados de alerta del Departamento de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, a cargo de la señora Hilary Clinton, como uno emitido en mayo de 2010, a fin de que los americanos evitasen viajar a determinados estados y ciudades mexicanas, entre ellas Cuernavaca, tradicionalmente considerada centro de intercambio académico y estudio de lenguas extranjeras. Nadie ignora que esta otrora industria sin chimeneas está en bancarrota.
A principios del año en curso referí los cuatro factores que más habían deteriorado la imagen turística morelense: la inseguridad pública, la crisis económica, la epidemia de influenza y el conflicto magisterial. Así, el primero de marzo de 2010, en “La Jornada”, apareció una nota que colocó al Distrito Federal, Guerrero y el Estado de México como las entidades peor calificadas en seguridad pública y protección al ciudadano, de acuerdo con el Indice de Competitividad Turística 2010 elaborado por el Tecnológico de Monterrey, dado a conocer a finales de febrero por el entonces secretario de Turismo federal, Rodolfo Elizondo, y directivos de la institución. El reporte analizo los siguientes indicadores: percepción sobre inseguridad, índice delictivo, hogares con al menos una víctima, porcentaje de delitos a mano armada, homicidios dolosos, porcentaje de delitos no denunciados, delitos a instituciones bancarias y contra la salud, así como delitos denunciados sin averiguación. Las calificaciones fueron de 21.8 para la ciudad de México; 24.6 para Guerrero, y 27.8 para el Estado de México, en una escala de uno a 100. Y los estados mejor calificados fueron Colima (83.6), Yucatán (81.5) y Querétaro (79.8); en tanto Chihuahua (59.9), Sinaloa (53.3) y Tamaulipas (60.6) se ubicaron a media tabla. La calificación promedio fue de 56.2 puntos. Los estados de Oaxaca, Tabasco, Morelos, Puebla, Baja California y Chiapas registraron también calificaciones bajas en este rubro.
Empero, los cinco estados con mejores servicios complementarios al turismo fueron: el DF, Quintana Roo, Baja California Sur, Colima y Morelos. Y los cinco mejores en recursos naturales y protección ambiental eran: Baja California Sur, Baja California, Sonora, Quintana Roo y Colima.
Ayer, en el marco de las comparecencias de secretarios para analizar el Paquete Económico 2011, los integrantes de las comisiones de Hacienda y Turismo del Congreso local patentizaron, ante el multicitado Hugo Salgado, su preocupación por el efecto negativo de la delincuencia organizada en el turismo. Y aunque hicieron recomendaciones para mejorar la imagen de nuestra entidad dentro y fuera de México, lo que necesita el sector es dinero, mientras otras áreas gubernamentales requieren millonarias inversiones para ampliar la infraestructura en las más importantes localidades morelenses. La mera verdad, Morelos se proyecta como un sitio de sumo precarismo.