Todos habitaban una finca rústica ubicada en el paraje La Cañada de Alférez, en el poblado de Salazar, municipio de Lerma, Estado de México. Y nadie, excepto un grupo especial de la Policía Federal, a cargo del comandante Facundo Rosas, se percató de ello. Igual ocurrió en otras regiones de la entidad mexiquense, donde La Barbie se desenvolvía libremente sin ser molestado. Empero, fue detenido el pasado lunes.
La residencia de La Barbie estaba ubicada cerca del La Marquesa, dentro de una zona exclusiva al oriente de la capital mexiquense. El escondite de Valdez Villareal es de tres plantas y se ubica en el interior de una cañada; un terreno ahí cuesta alrededor de tres millones de pesos. La Cañada de Alférez, tiene una población aproximada de 500 habitantes; la entrada a esta zona boscosa se encuentra a la altura del kilómetro 36.5 de la carretera México-Toluca.
La versión difundida ayer por Facundo Rosas respecto de la captura de Valdez Villarreal, señala que el operativo duró 14 meses y desplegó tres cercos de agentes federales, la mayoría vestidos de civil, para evitar una reacción de los sicarios que normalmente acompañaban al capo y que, de acuerdo con autoridades federales, encabeza la vertiente de sicariato más violenta de todo el país. Sin embargo, el 8 de mayo pasado hubo varios operativos de la Secretaría de Marina en los lujosos fraccionamientos Club de Golf y Hacienda de Valle Escondido, y otro de la misma institución en desarrollos inmobiliarios, también de clase alta, dentro del Condado de Sayavedra. Todo sucedió en el municipio mexiquense de Atizapán de Zaragoza. Hasta allá acudieron alrededor de 200 integrantes de la Armada, a fin de capturar a La Barbie, quien logró evadirse.
Días después de aquella incursión armada, Enrique Peña Nieto, sin ningún empacho, admitió que desde hace años “se conoce la presencia” de criminales organizados, “problema que se está atendiendo”. Palabras más, palabras menos, que no demostraron gran interés por responder a diversos cuestionamientos de observadores políticos nacionales sobre la abulia de las autoridades mexiquenses frente a la delincuencia organizada. En fin.
Por otro lado, Ramón Pequeño García, jefe de la División Antidrogas de la Policía Federal, dijo que Edgar Valdez Villarreal confesó haber tenido una reunión con importantes capos del narcotráfico en Cuernavaca, Morelos. En aquella reunión, en la que hubo un intento de acuerdo entre diversos grupos delincuenciales, participaron Joaquín (El Chapo) Guzmán Loera, Ismael (El Mayo) Zambada, Juan José Esparragoza (El Azul), Ignacio (Nacho) Coronel Villarreal, Arturo Beltrán Leyva (El Barbas), Gerardo Álvarez Vázquez (El Indio), Heriberto Lazcano (El Lazca) y Miguel Treviño Morales (El 40). Pequeño García sostuvo que en esa reunión hubo un intento de acuerdo entre las principales cabezas del narcotráfico en el país para evitar que ocurrieran más homicidios, frenar la violencia y mayores pérdidas de recursos. Sin embargo, añadió, luego de la muerte de Arturo Beltrán Leyva (el 16 de diciembre de 2009 en Cuernavaca) se desencadenó una serie de enfrentamientos y homicidios con el cártel del Pacífico Sur, que es el nombre adoptado por la organización de los Beltrán Leyva al tomar el mando Héctor Beltrán y Sergio Villarreal Villagrán (El Grande).
Aquel encuentro, cuya fecha no fue revelada por el comandante Pequeño García, recuerda otros dos a los que asistieron en Cuernavaca importantes capos: uno tras la fuga de Joaquín (El Chapo) Guzmán, en 2001, desarrollada en un auto-hotel ubicado al sur de la capital morelense, a fin de crear una federación de narcotraficantes, y otro encabezado por Arturo Beltrán Leyva, en la misma sede, el 7 de mayo de 2008, día en que El Barbas estuvo a punto de ser detenido en el kilómetro 95 de la Autopista del Sol. Recuerden ustedes que aquello terminó con una matazón en Xoxocotla y el mismo día siguiente vino el asesinato de Eusebio Millán, director regional de la PFP, quien coordinó el frustrado operativo. Los hechos ocurrieron en su domicilio del DF. Igual destino tuvo después Andrés Dimitriadis quien, con su carácter de subprocurador de Investigaciones en Delincuencia Organizada de la PGJ local, colaboró con Millán. ¿Volverá la seguridad en Morelos tras la aprehensión de Edgar Valdez? Nadie puede cantar victoria. A cada acción le corresponde una reacción.