Para Amado Orihuela, será más difícil la salida que su arribo al PRI. El proceso electoral interno y los amarres que se alcanzaron en su momento ubicaron a la hija del presidente municipal de Temixco, Nereo Bandera Zavaleta, en la Secretaría General, cargo que le otorga en automático la comandancia del partido cuando su presidente se ausente o renuncie.

A nivel nacional –en esa dimensión las cosas son claras-- la responsabilidad recayó en Cristina Díaz, tan sólo por unas horas, en tanto se daba la formalidad para el arribo de Pedro Joaquín Coldwell. La obligada renuncia de Humberto Moreira no fue motivo de desajustes mayores; en la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional del tricolor hay conciencia de sus alcances y funciones.

En Morelos el asunto pinta distinto. Georgina Bandera sabe que no es del agrado del actual presidente priista, también entiende que su posición puede traerle beneficios inmediatos y es un factor de negociación de alto nivel; en todo caso venderá cara su salida a cambio de un espacio que le permita y asegure continuidad en su carrera política.

Las voces críticas la señalan como inexperta para asumir el control del PRI en Morelos; si así fuere, no es de entenderse cómo es que se aceptó ir en fórmula con Amado Orihuela. Por supuesto que se llenó en su momento el requisito de la cuota de género, pero de allí a advertir que se carece de talento, es una ofensa grave en contra del sector femenino.

En todo caso, Amado Orihuela en el momento de la contienda interna no era un personaje cuya influencia o presencia convenciera; demostró con su mensaje y estrategia que tenía con qué y alcanzó el triunfo. ¿Por qué entonces no corresponder a favor de Georgina Bandera la misma cortesía?

Es sabido que el alcalde de Temixco y su hija son parte del equipo de Manuel Martínez Garrigós o por lo menos son impulsores de ese proyecto rumbo al gobierno del estado. Amado Orihuela –pese a quien le pese-- ha sumado y ganado camino en esa carrera; por ello es necesario para él y su equipo dejar en manos de alguien afín el control tricolor.

Otras voces aseguran que la dirigencia nacional entregará al delegado regional o tal vez al estatal el control de la instancia morelense para la contienda local; de esta forma, presidente y secretaria general irían a la búsqueda del voto para el espacio que sigue y con ello se garantizarían los equilibrios comprometidos en la reciente reunión con la torre de Insurgentes.

En dos meses –de darse el caso-- Georgia Bandera deberá convocar a elección para la renovación de la dirigencia de su partido, y se declara lista para ese periodo y ese ejercicio; no lo dudamos. Sin embargo, aquí es donde merece especial atención el hecho de que Amado Orihuela no haya aprovechado diciembre y espere hasta enero para tomar una decisión que a todas luces se sabe cuál será.

¿Para qué posponer una sucesión y un procedimiento que habrá de generarse? Si bien es cierto que para Amado Orihuela no habría oportunidad alguna sin su paso por la dirigencia del PRI en Morelos, también lo es el que hoy, a estas alturas de la competencia, ya le estorba el cargo y le significa un lastre difícil de arrojar.

Al arranque de la semana que entra estaremos en 2012, el tiempo correrá más rápido para quienes buscan espacios y candidaturas; las solicitudes de licencia a cargos de elección y renuncias llegarán en cascada e iniciará un nuevo episodio en la vida pública de nuestro estado.

Amado y Georgina serán noticia y ambos jugarán un papel interesante en la próxima contienda. Lo que no pudieron negociar o platicar durante su trabajo en fórmula ahora se verán obligados a hacerlo con premura y gran presión; con habilidad política y con conocimiento jurídico. Es allí en donde la experiencia de uno y los maestros de otra habrán de medirse.

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