Por otra parte, el costo financiero de la deuda, que incluye el pago por concepto de intereses, comisiones y gastos asociados, al primer semestre del año ascendió a 2 mil 519 millones de dólares. En términos prácticos, podemos decir que anualmente el costo financiero se ubica por arriba de 5 mil millones de dólares.
Si se opta por pagar la deuda externa, nos estaríamos ahorrando el costo financiero de la deuda y dejaríamos de transferir esos recursos al exterior. Claro que habría quien se opusiera a esta decisión, pero los ganadores seríamos los mexicanos, y se podría invertir ese dinero año con año en generar empleos que en este momento son tan necesarios para la economía y la estabilidad social.
Los que se opondrían a una decisión histórica de esta magnitud, centrarían sus críticas argumentando que al disminuir el nivel de reservas, los especuladores atacarían el peso y se generaría una macrodevaluación, pero el proceso podría iniciarse pagando 49 mil 373 millones de dólares que es la deuda del gobierno federal, y quedaría un monto de reservas de 61 mil 223 millones de dólares, monto muy similar a los 67 mil 679 millones de dólares del 2006 cuando Calderón llegó al poder. Posteriormente, se pagaría la deuda de los organismos y empresas controladas y la de la banca de desarrollo; naturalmente que se debería de iniciar liquidando a los deudores que estuvieran dispuestos a otorgar un descuento al monto adeudado, y aunque no lo otorgaran, se les debe pagar por el ahorro que representa para el país. Pero suponiendo que hubiese un ataque especulativo que provocara una devaluación, tendría su lado positivo para el sector productivo nacional ya que se podría exportar más y se importaría menos por lo caro de los productos del exterior, así incentivaríamos la producción interna y con ello la generación de empleo y además no se generaría un proceso hiperinflacionario, como no sucedió cuando se fue el dólar de 9 a 13 pesos, ya que la finanzas públicas del gobierno federal se encuentran controladas.
Por otro lado, el país debería de comenzar un proceso para sustituir paulatinamente el dólar y tener una parte considerable de las reservas en plata, que es un metal precioso, que se puede producir en abundancia en México, que además conserva en el largo plazo mejor su valor que el dólar, y finalmente una política pública en esa dirección reactivaría la minería nacional en regiones hoy tan devastadas por la crisis como Taxco, Zacatecas, Guanajuato, Sonora y Chihuahua y con la ventaja adicional que se apreciaría el valor de la plata al dársele un uso como reserva internacional. Un país, entre otros, que podría seguir un camino similar sería Perú.
Otra ventaja adicional y no de menor importancia de usar la plata como reserva, es romper ese círculo perverso en que nos encontramos ahora; cuando la economía mexicana empieza a crecer a buen ritmo, se genera un problema en la balanza comercial, en buena medida explicado porque somos fuertes importadores de bienes de capital, y de ahí nuestro pobre desempeño económico de las últimas décadas, pero con la plata tendríamos la opción de extraer más para sufragar esas importaciones y no frenar nuestro crecimiento, además las regiones mineras verían un esplendor económico que nuestra generación nunca ha visto.
Podríamos regresar a la época cuando los pesos mexicanos circulaban por todo el mundo y eran usados en China para comprar la seda, en India las especias o en Europa para sufragar las guerras.
Pero, a pesar de lo anterior, nuestras máximas autoridades económicas opinan distinto, como lo indican las declaraciones que hiciera el 22 de septiembre el secretario de Hacienda en su comparecencia ante el Senado de que “México tiene todavía un nivel de reservas internacionales muy menores al que tienen economías comparables”, y remató diciendo que las reservas de nuestro país sólo representan el 10% del PIB, mientras que las de Brasil son el 16%, las de Chile 13%, las de China 46%, las de Perú 25% y las de Rusia 34%.
Una política pública en ese sentido es tan absurda que equivale ir al banco a pedir prestado y el monto obtenido se deposite en el mismo banco. Por supuesto que se perderá mucho dinero ya que la tasa de interés que el banco cobre por lo que prestó es mucho mayor que lo que paga por los depósitos. Con todo respeto, no es necesario un doctorado para saber que es un absurdo económico que cuesta miles de millones de dólares al año en perjuicio de los mexicanos y en beneficio de otros países y de los banqueros internacionales.
Otra oportunidad perdida y seguirá siendo deuda eterna.
Puede constatar esta información en Activos Internacionales Netos (Dólares de E.U.) 15/09/2010 http://www.banxico.org.mx/portalesEspecializados/reservasInternacionales/indicadores.html.
Nos vemos en este espacio el próximo lunes.
1 comentario
Hey
es de prueba Compartelo!