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Panóptico Rojo
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Plásticos

Cada día crece el problema de la presencia de plásticos en mares en todos los rincones del planeta. De acuerdo con el Programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para el Medio Ambiente, cada año se arrojan en los mares ocho millones de toneladas de plásticos (lo que equivale a verter en los mismos un camión de residuos por minuto), además de que entre el 60 y el 90 por ciento de la basura marina está compuesta por diferentes tipos de polímeros de plásticos.


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Un dato que pone de relieve lo preocupante de la situación sobre la contaminación en los océanos es que en el 2015 se produjeron 322 millones de toneladas de plásticos: el equivalente a 900 edificios del “Empire State Building”. Según Naciones Unidas, para 2050 se estima que habrá más plástico que peces en los océanos, ya que el 90 por ciento de la basura que inunda los mares está formada en su mayor parte por plásticos que dañan los ecosistemas, provocando la muerte de muchos animales marinos.

El primer impacto que provocan los plásticos es en la vida marina e incluso se calcula que para el año 2050, el 99 por ciento de las aves marinas habrá ingerido plásticos, además de que 600 especies marinas están hoy afectadas por dicho problema; 15 por ciento de ellas son especies en riesgo, tanto por ingerir plásticos como por estrangulamiento. Cabe agregar que los plásticos además permanecen en el ambiente por cientos de años, y pueden entrar en la cadena alimentaria.

Por tales motivos de alarma, la ONU lanzó la campaña “Mares Limpios”, mediante la cual busca que gobiernos, empresas y todos los ciudadanos tomen medidas para reducir la cantidad de plásticos y embalajes que se producen, consumen y desechan.

¿En qué podemos contribuir a dicha campaña, como ciudadanos? Además de exigir que gobiernos y empresas avancen en ese tipo de legislación, también habría que tomar medidas a nivel personal para reducir lo que se conoce como “la huella de plástico” o “plastic foodprint”, dejando de utilizar plásticos de un sólo uso, como las bolsas plásticas o los llamados “popotes”, entre diferentes iniciativas.

El principal objetivo es sensibilizar a los distintos sectores sociales sobre la cantidad de basura vertida a nuestros mares y que se está perjudicando gravemente los ecosistemas y fauna marina. La campaña además apela a que los consumidores abandonen el mal hábito de usar y tirar.

Como lo hemos mencionado en este espacio, a partir del 2009 las Naciones Unidas designaron el 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos; el concepto fue propuesto por primera vez en 1992, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, como una manera de crear conciencia sobre el papel crucial que los océanos desempeñan en el sostenimiento de la vida y las distintas maneras en que las personas pueden ayudar a protegerlos.

Y es que los océanos, parte fundamental de la biósfera, ayudan a regular el clima y el tiempo, proporcionan oxígeno y alimentos y tienen efectos beneficiosos para el medio ambiente, para la sociedad y la economía en general; se ha dicho que los océanos actúan como pulmones del planeta, ya que proporcionan la mayor parte del oxígeno que respiramos, además de que los productos del mar son la principal fuente de proteínas para al menos una de cada cuatro personas en el mundo.

Relacionados con el mar, existen numerosos datos y cifras a tomar en cuenta: los océanos cubren más de 70 por ciento de la superficie del planeta, y sólo el uno por ciento de la superficie oceánica está protegida; además, entre un 50 y un 80 por ciento de la vida en la Tierra se encuentra bajo la superficie del océano, que constituye 90 por ciento del espacio habitable del planeta y menos del 10 por ciento de este espacio ha sido explorado hasta ahora por el hombre. Además, los océanos contienen 96 por ciento de toda el agua de la Tierra; el resto es agua dulce, que se encuentra en forma de ríos, lagos y hielo.

También, un conjunto de organismos marinos minúsculos, llamados fitoplancton, producen la mitad del oxígeno de la atmósfera mediante la fotosíntesis; el océano absorbe anualmente cerca del 25 por ciento del CO2 que se agrega a la atmósfera debido a la actividad humana, reduciendo así el impacto de este gas con efecto de invernadero en el clima: los manglares, las marismas salinas y las praderas submarinas pueden contener una cantidad de carbono cinco veces superior a la de los bosques tropicales.

Se ha comparado a los océanos como el corazón de nuestro planeta, ya que regulan el clima, alimentan a millones de personas, producen oxígeno, son el hábitat de una gran variedad de seres vivos y proporcionan medicinas y numerosos recursos; por eso es indispensable informar a la opinión pública de las consecuencias que la actividad humana tiene para los océanos y poner en marcha un movimiento mundial ciudadano a favor de los océanos, movilizando a la población hacia un objetivo de gestión sostenible de los océanos, respetando su belleza, riqueza y potencial.

La contaminación de los mares por los plásticos representa una amenaza grave porque éstos se degradan muy lentamente y contaminan las vías fluviales durante mucho tiempo; además, la polución derivada de los plásticos perjudica la salud de los animales marinos pues confunden las micropartículas con alimento.

Cabe señalar que en la cumbre de Davos de enero de 2016 fue presentada una investigación que lleva por título “La nueva economía de los plásticos: repensando el futuro”, llevada a cabo por la Fundación Ellen MacArthur: es el primer estudio dedicado a medir este fenómeno, y tiene como objetivo concientizar sobre el uso masivo que se hace de este material tan contaminante, y los daños que está produciendo en el agua del planeta.

En el informe de referencia se propone crear un Protocolo Global de Plásticos, para coordinar y controlar proyectos desde su comienzo, evitando la contaminación debida a este residuo, además de que se recomienda integrar en un plan de acción medidas que a la fecha sólo se han tomado de manera aislada: avanzar en la tecnología de los empaques, implementar nuevos procesos de reciclado de plásticos, desarrollar infraestructura para la captación de desechos e implementar políticas públicas para reglamentar el empaquetado. Coincidimos.

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Margarita Rebollo

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