En el caso del servicio de taxi, a pesar de la abundancia de oferta los mecanismos de control no permiten bajar la tarifa -al que lo hace lo multan- mientras nadie castiga a los permisionarios que usan vehículos en malas condiciones.
Los pasajeros tienen la opción de pagar lo que les pida el taxista, aguantarse los malos tratos y el pésimo servicio o caminar a gusto para llegar a su destino, lo cuál resulta trágico en aquellos momentos cuando viajar en "ruta" no es opción.
pero no hay mal que dure cien años y eso parece que acaba de ocurrir, con la llegada de Uber, un servicio de transporte que se brinda con autos particulares de buena calidad y a tarifas menores a las que cobra un taxi normal.
Adicionalmente se ofrece mucha seguridad, pues el usuario de este novedoso servicio tiene antes de subirse hasta la foto del chofer.
Seguramente el rey de los taxis piratas, un señor llamado Jorge Messeguer Guillén, se opondrá tajantemente a Uber y clamará a los cuatro vientos contra "la invasión de vehículos no autorizados", pero no lo hará por cuestiones sociales sino porque a él no le pagan en absoluto, como sí hacen todos los "píratas" que tolera y promueve.
La ley federal de competencia contempla escenarios como el que a partir de hoy se dará en Cuernavaca y que sólo beneficia al consumidor. Es de hecho la única iniciativa favorable a los pasajeros en los últimos lustros.
Si el secretario de Movilidad y Transporte y soberano de los taxis irregulares la bloque, sólo mostrará su verdadero rostro. Y muchos ya lo quieren ver.