Para mí, la modernidad proviene de Le Corbusier, a contradicción del arquitecto Rem Koolhaas en su libro “Estudios sobre (lo que en su momento se llamó) la ciudad”. Me emociona cada imagen que veo sobre lo que fue la corriente moderna, sus autores, edificios y ciudades que plasmaron más de la mitad del Siglo XX.
En toda mi etapa como arquitecto me ha marcado el trabajo de Le Corbusier, pero no por una cuestión “filosófica” o como se le pueda llamar, sino por las estrategias al momento de proponer, el tiempo en lo que lo hizo y la manera en la que perseveró, porque si estudiamos a fondo su trabajo o en la teoría encontramos una incongruencia e inconsistencia en sus propuestas, como si el territorio o la escala humana no existiera, y eso también es lo fascinante de su trabajo, ya que gracias a ello se reformularon las teorías urbanas y nos dieron una pausa para el análisis sobre lo correcto y lo que no debería de ser.
Y es aquí donde llega el arquitecto Frank Lloyd Wright con su propuesta antiurbanística de “Broadacre City” (1935), el prefacio de la ciudad contemporánea. Es una concepción que contrapone a la Carta de Atenas escrita por el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) que en el pensamiento de Wright suponía un error abominable y es la propuesta que presume ser la ciudad del futuro.
El arquitecto proponía una alteración a las propuestas urbanas de aquel entonces. Desterrando las propuestas de la concentración de la población en centros urbanos el apostaba más por una suerte de “ruralización” extensiva en la que cada familia dispusiera de una porción amplía de suelo, alrededor de un acre o cuatro mil metros cuadrados.
Esta primera idea surgió con un escrito del mismo arquitecto en el año de 1932 llamado La ciudad que desaparece y que incluía conceptos de reorganización territorial, dando una introducción certera a lo que fue la propuesta de “Broadacre City”. A fondo, Broadacre sería una intervención contrapuesta a las utopías del momento, algo así como una retroutopía de corte tecnológico, por las imágenes que mostraba de cuestiones espaciales y muy presentes en la propaganda americana de esa época. La propuesta se inspira en el uso agrario más que en la urbanización, en fórmulas de mayor área verde rivalizando con las de mayor área urbanizada, una supuesta feliz e idealizada vida norteamericana.
En el artículo de arquiscopio sobre Broadacre lo explica mejor… Wright imaginó la disolución de las ciudades en un territorio igualitario cruzado por inmensas vías sin intersecciones a nivel, por las que circularían numerosos vehículos a motor. Y donde, además, habría “aerotores”, pequeñas naves individuales para el movimiento personal que surcarían los aires. Esa forma de entender el acceso al espacio era probablemente una consecuencia de su pasión por los vehículos descapotables de los que era un conspicuo consumidor desde los años 20.
Sin más que agregar, hemos leído un pequeño prefacio sobre lo que hoy entendemos como “Ciudad contemporánea”, sin duda existieron cientos de teorías que se asemejan más a las ciudades de hoy, pero desde mi entendimiento este ejemplo es ¡brutal! para entender las nuevas propuestas que nos hacen llegar.