Desde hace 29 años, Tomás se mantiene activo después de obtener su jubilación como profesionista.
Tomás podría estar en su casa descansando y gozando de los beneficios que reciben los adultos mayores, pero él está activo en la vida laboral y para mantener ocupada su mente trabaja desde hace 29 años como checador de rutas.
Cada ocho minutos corre de un andén a otro en el mercado Adolfo López Mateos, en Cuernavaca, porque su trabajo consiste en anotar la llegada de cada ruta y avisar al chofer si hubo retraso, ya que de ser así debe pagar 20 pesos por minuto al chofer que viene atrás.
“Les cobran cada minuto que llegan tarde, por eso se corretean y luego tienen accidentes”, dice, y luego afirma que por su trabajo también se expone a sufrir accidentes, pero para él son gajes del oficio.
Tomás López Carvajal tiene 63 años y en unos meses cumplirá 30 años como checador de la empresa de autobuses “Chapulines”, en la que empezó en 1991, después de jubilarse en una empresa tras 20 años como ingeniero en máquinas de vapor.
Sin dejar de ver su reloj cuenta que al día toma el tiempo de llegada a 110 vehículos de la línea Chapulines, un servicio que es remunerado con al menos 500 pesos diarios; trabaja ocho horas y seis días a la semana.
Cuenta que al menos en dos ocasiones ha sido “aventado” por los camiones. Del más grave recuerda que un chofer de la empresa “Verdes de Morelos” lo aventó, por lo que pidió al rutero tener más cuidado, porque son del mismo gremio.
Tomás llegó a este trabajo luego de buscar, sin éxito, en otras empresas para continuar con su labor de ingeniero en máquinas de vapor. Expresa el gusto que tiene por su trabajo, sin embargo considera que es tiempo de jubilarse para disfrutar a sus cuatro nietos.
Hace tres años solicitó su baja en la empresa Chapulines de Morelos, pero hasta el momento no ha tenido respuesta de su jefe.