Cuando decidí estudiar la universidad, me incliné por una carrera en la que la lectura fuera algo muy importante. Había escuchado que se podía estudiar literatura, pero la verdad no había indagado mucho. Por lo pronto, me había ocupado de vivir mi adolescencia y dejar crecer en mi interior aquellas emociones que me hacían escribir versos.
Pero estaba por salir de la preparatoria y debía dar el siguiente paso. Ya vivía solo, así que la consulta inicial fue solo conmigo mismo. No quise quedarme con mis pensamientos y poca información, así que me lancé a la cacería. Fui a la Universidad Nacional Autónoma de México, a la mismísima Ciudad Universitaria. Yo era originario de la Ciudad de México y tenía (y tengo aún) sangre chilanga en las venas. Pero ante la magnitud de la UNAM y mis pequeños 18 años, no me animé a ir allá a estudiar letras. Sentía que yo le quedaba chico a una escuela tan importante, no sé. Un poco de inseguridad.
Luego fui a Puebla (porque quería salir de Morelos, algo me impulsaba a conocer otras latitudes). En Puebla hallé la universidad, pero nada ahí me llamó la atención, incluso pensé que sería lo mismo que estar en Cuernavaca.
Pasé a otra opción: Toluca. Allá en el Estado de México vivía mi abuela paterna, a quien adoraba entonces y sigo queriendo aunque ya falleció. Las instalaciones me gustaron, pero el frío de la ciudad y la demasiada cercanía con mi familia me hicieron dudar. Entonces volví a Cuernavaca y barajeé mis opciones. Fui a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Aún no sabía lo que estudiaría. Algunos amigos me avisaron que había Filosofía, pero eso no me llamaba mucho la atención. Entonces pensé en estudiar Economía, pero solo había en el campus sur de la UAEM, lejos de mi vida. Pensé en Derecho y fui por esos informes…
Mi sorpresa fue mayúscula cuando ya en la UAEM me enteré de que apenas se había abierto la Facultad de Humanidades, y estaban por recibir a la segunda generación. No obvié Derecho y pedí informes, hablé con algunos estudiantes y la puse como una opción. Me agradaba el ambiente de aquella facultad y los alumnos que poblaban sus pasillos. Caminé hasta Humanidades, que se encontraba igual ahí en Derecho, como asilados o arrimados en sus instalaciones por la mañana. Pedí informes y me dieron un triste tríptico pero que decía algo que no había imaginado tener cerca: Licenciado en Letras. Así, simplemente Letras, sin nada más. Luego supe que se trataba de Literatura Hispanoamericana.
Me entusiasmé bastante, sobre todo después de platicar con alumnos de la primera generación en las jardineras. Pero no me decidí. Fui a casa y establecí algunos valores para tomar mi decisión. Analicé los programas de estudio, el tiempo que tendría para trabajar (yo me mantenía solo en todos mis gastos), lo que me costaría y la afinidad real que tenía con lo que estudiaría.
Después de analizarlo lo mejor posible y de platicarlo con pocos amigos, establecí un último criterio y volví a la UAEM. Quería saber quiénes, en qué carrera leían más, si los de Letras o los de Derecho. Platiqué ahora también con maestros y administrativos para conocer más detalles y resolver mi acertijo. La respuesta fue reñida, pero al final ganaron en lectura los de Letras (y claro, yo les creí). Los de Derecho leían mucho, pero acusaban cansancio después de leer todos los textos que les dejaban sus maestros… pero los de Letras leían todo lo del programa… y además leían muchas cosas más por su parte. Libros que conseguían prestados, en las bibliotecas, en las librerías de viejo y hasta de otras formas más dudosas.
Ahí tuve una de mis primeras lecciones. Sigo respetando a los abogados y tengo muchos amigos en el área, incluso trabajé con varios. Pero supe que los lectores son importantes en mi vida y lo serán siempre. Incluso en mi papel como lector poco asiduo entonces, tuve que aprender muchas cosas y la mayoría las aprendí no con los maestros, sino con mis compañeros.
Hice el examen para entrar a la UAEM y el día de los resultados me sorprendió haber quedado en un muy buen lugar. Eso me entusiasmó bastante. Estudié, pues, la Licenciatura en Letras, algo de lo más bonito que he hecho en mi vida. Y así comenzó una carrera como estudiando, aunque más bien como lector, que no se ha detenido por fortuna. Luego les cuento qué más estudié.
@DanieloZetina