Si murió sorpresivamente, evidentemente no se tenía previsto este gasto y hay que disponer de dinero con urgencia: en caso de no tenerlo hay que conseguirlo, para poder afrontar los pagos del funeral. Si por el contrario estaba enfermo y ya se esperaba el deceso, es muy común que él y la familia hayan “echado mano” de todo los recursos que tenían para sufragar los gastos propios de una enfermedad ―doctores, medicinas, hospitales, etc.―, de tal manera que llegan a la etapa final muy gastados y sin recursos para afrontar el funeral.
En este contexto hay dos opciones:
A).- La inhumación, conocida como entierro tradicional: se deposita el ataúd que contiene el cuerpo en un panteón, pudiendo ser municipal o privado; aunque en el municipio de Cuernavaca ya no hay venta de espacios, ya que los panteones están saturados. Esta opción, en la Funeraria Gayoso, contemplando el paquete más austero, que Incluye: embalsamado, ataúd de madera, gasto ante el gobierno, aseo y vestido, cafetería estándar y capilla chica tiene un costo de 35,790 pesos y de ahí hasta donde se quiera gastar. En el Grupo Hispano Mexicano, un paquete similar, pero con una sala de velación más grande e incluye los arreglos florales cuesta 26,216 pesos y puede llegar hasta los 125,918 pesos.
B).- La cremación del cuerpo. En la Funeraria Gayoso el paquete básico cuesta 50,190 pesos y de ahí hasta donde dé el presupuesto. En el Grupo Hispano Mexicano, un paquete similar, pero con una sala de velación más grande e incluye los arreglos florales cuesta 28,710 pesos y puede llegar hasta los 148,480 pesos.
Así tenemos que para “podernos” morir es necesario contar con por lo menos 26,216 pesos; de lo contrario nuestros familiares y seres queridos no sólo sufrirán la pena del deceso, sino de andar consiguiendo dinero a como dé lugar y en ocasiones a tasas de usura, recordando esas películas mexicanas de la época de oro donde los dolientes terminaban cayendo en las garras de un usurero o malbaratando sus pertenencias o propiedades.
Pero la cosa no termina ahí, si se optó por la inhumación hay un gasto increíble que se debe contemplar. Que además hace recordar a la época del voraz Antonio López de Santa, que llegó al absurdo de cobrar impuestos por cada ventana que hubiese en casa. Pero ahora no nos quedamos atrás: tenemos el indignante y mal llamado derecho de perpetuidad: se deberá pagar año con año, por los siglos de los siglos. Los municipios han llegado a tal extremo de necesidad financiera, que incluso después de nuestra muerte seguiremos generando impuestos.
Para tener una mayor conciencia de lo que ello implica: ¿sabe dónde están los restos de sus antepasados que vivieron hace doscientos años? Seguramente va pasar lo mismo con usted, cuando a los nietos de sus nietos alguien les pregunte dónde están los restos del tatarabuelo: no sabrán y poco les importará. Mucho menos estarán dispuestos a pagar el derecho de perpetuidad para evitar que los restos de un familiar lejano y que no conocieron sean movidos y con ello evitar que último vestigio de la existencia de usted se pierda para siempre. Ojalá haya una autoridad que comprenda que el cobro de impuestos tiene un límite, el único consuelo es que ellos serán víctimas de su propia voracidad: también enfrentarán que con los años no habrá nadie dispuesto a pagar el derecho de perpetuidad por sus restos.
Por último querido lector, cuando usted fallezca, además del dolor que esto le va ocasionar a las personas que lo aprecian, les va dejar la pena de andar consiguiendo dinero para pagar el funeral.
P.D. Al Señor Guillermo del Valle le agradezco la invitación a su programa de televisión “Las cosas como son”.
Estimados lectores, se les invita hacer comentarios o consultar artículos previos en el portal www.poderydinero.com.mx o en http://www.launion.com.mx/columnas/columnistas/el-poder-del-dinero Hasta el próximo lunes, gracias.